Llegado el centenario nacional se instalan en la esquina de Rancagua con Condell las Religiosas Hospitalarias de San José. Por la misma época se estableció una nueva Población Providencia en Av. Bilbao con José Manuel Infante y uno de los más famosos vecino del barrio, Giacinto Girardi, quien en 1907 inauguró en el sector una sombrerería que proveía a las principales tiendas santiaguinas, a su muerte la quinta de su propiedad fue parcelada y sus descendientes solicitaron que una de las nuevas calles llevara su nombre. En la actualidad aún se puede observar el trabajo de la fábrica de sombreros, que comparte sus antiguas dependencias con concurridos restaurantes del sector, siendo un importante ejemplo para la conservación de nuestro patrimonio industrial.
Durante la década de 1920, Providencia sigue viviendo con un pie en el campo y uno en la ciudad, la Municipalidad despacha ordenanzas que obligan a los vecinos a registrar las marcas del ganado y cerrar los sitios que dan hacia la calle, por otra parte, el proceso privado de loteo supera en rapidez a la capacidad de acción municipal para establecer orden sobre las nuevas urbanizaciones. En 1929 una nueva ley Orgánica de Pavimentación llevó a acuerdos entre municipalidad y propietarios para abrir nuevas calles, una de ellas fue Av. Rancagua en terrenos pertenecientes al Hospital Salvador. Las veredas de las principales arterias eran de piedras de huevillo, lo que sumado al aumento del pavimento, hizo que el área comenzara a perder su aspecto aldeano, terminando por convertirse en un barrio más de la capital.
El problema de la escasez de vivienda obrera y para clase media es fundamental para entender el desarrollo de la ciudad del siglo XX. En Santiago proliferaban miserables conventillos y tugurios, realidad que se podía encontrar en las calles José Manuel Infante y Román Díaz; sus habitantes solían ser auxiliados por las Conferencias de San Vicente de Paul fundadas en las parroquias San Ramón y San Crescente, además se instaló un “Restorán Popular” que subsidiaba la alimentación de personas indigentes o desocupadas en el sector de Av. Seminario con Mujica.
Diferentes leyes habitacionales son dictadas durante el siglo XX, las cuales cambiarán la fisonomía de algunos barrios, como fueron la Ley de Habitaciones Obreras (1906) y la Ley de Habitaciones Baratas (1925). Aún cuando en Providencia no fue masiva la edificación de cités como si lo fue en Santiago Poniente, es posible encontrar este tipo de solución habitacional para las capas de bajo ingreso en las calles José Miguel Infante y Condell. Quienes contribuyeron especialmente a la renovación urbana del área fueron las cajas de previsión y las cooperativas de vivienda, iniciativas que promovieron la construcción de poblaciones destinadas a sus afiliados, preferentemente de clase media y media baja. Las poblaciones creadas para empleados públicos y particulares contaban con trazado de calles, división predial, construcción unitaria, antejardín y veredas angostas, todo en una escala urbana y arquitectónica más pequeña que las villas, casa quintas y chacras vecinas. En 1928 nace la Población de Empleados de la Tesorería o Población Sociedad de Impuestos Internos, formada por 70 viviendas y ubicada entre las calles Cousin, Abelardo Pizarro y Alfredo Ríoseco. El nacimiento de nuevas áreas urbanas permitió a la clase media profesional dejar el sistema de arriendo al que estaban destinados en Santiago Centro, y pasar a ser propietaria, siendo el sector poniente de Providencia muy cotizado por este grupo social. Es así como en 1942 se instala en el barrio la familia del joven abogado Eduardo Frei Montalva quien llegará a ser Presidente de la República (1964-1970).
Durante la década de 1930 comienzan los loteos en el sector de Av. Seminario esquina Rancagua, en terrenos pertenecientes al Seminario Conciliar. Aparecen las casas de “estilo” encargadas a arquitectos, esto refleja la llegada de familias de ingresos altos, las que traen consigo su gusto por la arquitectura historicista que aún podemos observar en detalles neogóticos y casas estilo tudor existentes en calles Marín y José Manuel Infante, sin mebargo será el sector de Pedro de Valdivia el que los recibirá en mayor número. Otro factor que marcará la diferencia de los dos sectores de la comuna es el origen de las inmigrantes que en ellos se asientan, en la Providencia poniente es marcada la presencia de españoles e italianos, mientras que en el sector oriente, en los alrededores de la Av. Ricardo Lyon, de ingleses y alemanes.
Con el importante aumento de la población se consolidó un comercio de pequeña escala o de esquina, típico de barrio, que en su mayoría fue establecido por el emprendimiento propio de familias inmigrantes, creándose así panaderías, almacenes, carnicerías, zapaterías y emporios, dentro de estos últimos cabe destacar el recordado emporio Bruzzoni ubicado hasta hace pocos años en la esquina de José Miguel Infante con Clemente Fabres. Así veía esta situación el joven falangista Eduardo Frei a fines de la década de 1930: “El paulatino desplazamiento de los nacionales en la mayor parte de las tareas productoras es ya un argumento decisivo. La clase media económica en Chile esta formada por extranjeros. Los tenderos, despacheros, etc., o sea el pequeño comercio, debía estar en manos de chilenos. Pero cualquier jovencito nuestro se ha formado en la convicción que estar detrás de un mostrador es una vergüenza y ser dueño de un almacén un delito. En cambio, andar día tras día tras de un político o personajes de influencia para conseguir un “empleíto” con cuatrocientos pesos de sueldo, una cosa muy digna.
Entretanto, los italianos, españoles, turcos, amasan sus fortunas y se ríen de tanto mentecato que trata de llevar una vida ficticia y que aún comete la suprema tontería de mirarlos “en menos”. Nuestra educación no ha hecho nada por impulsar a la juventud hacia estos campos de actividad que son los que enriquecen a las naciones y forman en médula económica.”[1]
La naciente urbanización Santiago oriente produjo un cambio en el gusto de la clases adineradas y medias, quienes solían habitar las calles céntricas de la capital, migraron en busca de aire, sol y naturaleza, escapando del gris de la ciudad tradicional y de las cada vez más habituales marchas obreras y estudiantiles que copaban la Av. Alameda. Iniciaron así la construcción de su primera vivienda en el llamado “barrio alto”, bajo el modelo de “ciudad jardín” y “chalets”, popularizado por inmigrantes de Europa del Norte llegados a principios del siglo XX; se buscaba un modo de vida más campestre, pero que incluyera los beneficios del equipamiento urbano. Los terrenos suben de precio y esto estimula a los propietarios de fundos y quintas a intensificar la subdivisión de sus predios y abrir nuevas calles.
Durante los años 30´ la Av. Bilbao alcanza la Plaza Pedro de Valdivia y es cruzada por una doble línea de tranvías que llegan hasta Estación Central. Incluso en la actualidad pocas son las avenidas que cruzan el sector de oriente a poniente, como es el caso de Av. Bilbao, la predominante estructura norte-sur de las calles del Barrio Italia proviene de los antiguos límites entre las chacras y sus callejones; esto reafirma una caracterísitica propia del sector: una periferia con tránsito activo y alta densidad de construcción, mientras en el interior se observa un ritmo de vida más tranquilo y menos denso. La tarea del municipio, durante las primeras décadas del siglo XX, fue lograr el enlace entre la forma equilibrada, rectangular y armónica que la ciudad tradicional tuvo durante casi cuatrocientos años, con los nuevos suburbios más desordenados en apariencia y separados por grandes distancias que eran inexistentes en la pequeña ciudad colonial.
Para la década de 1940 la población de Providencia alcanzó los 51.671 habitantes, ocupando parte importante de ellos el distrito Condell. Desde entonces la imponente Estación Pirque, diseñada por Emilio Jecquier en 1910, fue considerada como un uso no deseado del suelo, que restaba valor a las nuevas poblaciones y casas; siendo ésta finalmente demolida en 1942 y el comienzo de la línea férrea desplazado hacia el sur, despejando de esta manera los terrenos que dieron lugar al nuevo Parque Bustamante. El Ferrocarril a Pirque fue completamente suprimido en 1958.
Mientras continuaba la urbanización de Providencia y Ñuñoa poniente comenzaron a retirarse parte de sus vecinos más emblemáticos como las Hermanas de la Providencia y el Seminario de los Ángeles Custodios. Al mismo tiempo se asienta en el sector el gusto por la simétrica arquitectura moderna, y llegan nuevos vecinos como la Parroquia Nuestra Señora de Luján (1952), la Embajada Italiana (1953), el Wexford College (1953), el Liceo Carmela Carvajal (1961) y la Parroquia Italiana de Nuestra Señora de Pompeya (1968). Uno de los puntos de encuentro de los vecinos era el famoso Teatro Italia, creado por Marco Girardi en 1936, y ubicado en un notable edificio art decó en la actual avenida del mismo nombre, donde en la actualidad funciona el Club Miel. El teatro es recordado por el escritor Germán Marín en su novela La Ola Muerta: “Siempre volvía sobre mis pasos, sin saber adónde ir, en una huella que consultaba pasar casi a diario por la sección préstamos a domicilio de la Biblioteca Nacional, por los billares Manila a ver a los jugadores Capadores (vos proveniente del coa), si bien los lunes, después de almuerzo me iba sin más al Teatro Italia, en la avenida Bilbao, donde me esperaban, en función popular, tres películas al hilo”[2]
Durante la segunda mitad del siglo XX, las autoridades comunales enfocaron sus esfuerzos renovadores en el sector oriente de Providencia, idea que se materializó en el proyecto Nueva Providencia, esta situación terminó por diferenciar definitivamente el sector comercial de la comuna de lo antiguos barrios aledaños al centro de la ciudad. Si bien, en la actualidad el nombre de Barrio Italia ha tomado fuerza para definir este tradicional sector de la comuna, en él conviven los barrios Caupolicán, Santa Isabel, Infante y otras diferentes denominaciones que los propios vecinos del sector han definido a través del paso del tiempo. Mientras barrios como Yungay, en Santiago Centro, deben su nombre a una fundación estatal, la gran mayoría de los barrios santiaguinos nacen de la confluencia de estilos de vida e identidades locales, alcanzando una gran variedad de escalas y modelos.
En la década de 1980 la comuna recuperó para su jurisdicción la zona al poniente de calle Condell, se construyeron equipamientos vecinales en el sector Jesuitas – Santa Isabel y Parque Bustamante, en éste último encontramos en la actualidad un Café Literario y una ciclovía que se extiende por las calles Marín y Elena Blanco.
El presente del sector es de cambios, un sin número de galerías, tiendas de diseño y restaurantes han comenzado a instalarse en él. Hace una década los anticuarios y restauradores, que se instalaron en calle Caupolicán durante la década de 1970, eran el principal comercio que atraía visitantes al sector, junto a los tradicionales bares y fuentes de soda de Av. Santa Isabel. La amplitud de los espacios y la altura de los techos de las casas del barrio influyeron en la llegada de los primeros restaurantes y talleres de artistas, iniciativas que fomentaron la recuperación de las viejas casas de primera mitad del siglo XX, muchas de ellas seriamente perjudicadas por el terremoto de 1985.
Nuevos y antiguos vecinos han comenzado a opinar sobre el futuro del sector, desde la existencia real del Barrio Italia hasta la conveniencia de la llegada nuevos visitantes. La reinvención de barrios centricos y con arquitectura de calidad, que son recuperados o redescubiertos por artistas, restaurants, jóvenes de capas medias, y también, por negocios inmobiliarios, es un proceso conocido. La ciudad es un espacio en permanente cambio, el que se ve marcado por conflictos e intereses diversos. La discusión hoy es cuál será el futuro del sector y que participación tendrán sus antiguos habitantes en los cambios que ya se viven: “En el sector de Avenida Italia se encuentra una creciente colonia de artistas, quienes en su rechazo a los suburbios acomodados de Santiago han ido en la búsqueda de espacios luminosos, pero asequibles, y han descubierto la rica vida de barrio que se vive en el sector.
En otros barrios con presencia de comunidades artísticas, en ciudades de Norteamérica y Europa, se ha visto que a consecuencia de la colonización de artistas, se produce la llegada de habitantes y comercio de alto nivel socio-económico y se genera junto con ello un éxodo de los habitantes originales. Esto pone en peligro las características propias del barrio Italia que, paradójicamente, son el motivo por el cual los artistas deciden instalarse en este lugar.
La incipiente elitización (gentrificación) comprobada en el sector de Avenida Italia, en la comuna de Providencia, nos ha motivado a investigar las características específicas de las transformaciones recientes. Posibles amenazas y oportunidades de futuro son analizadas desde la perspectiva de consolidar la mezcla social que se ha dado de manera espontánea y de lograr que todos –panadería, artista, taller de automotriz, mueblista y ama de casa– se beneficien de la renovación del sector.”[3]
[1] Frei Montalva, Eduardo. Chile Desconocido. Santiago: Casa Museo Eduardo Frei Montalva, 2010. p. 95-96
[2] Marín, Germán. La ola Muerta. Santiago: Editorial Sudamericana, 2005. p. 19
[3] Schlack, Elke y Neill Turnbull. “La colonización de barrios céntricos por artistas”. Revista 180. Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño. Nº 24