El pasado 7 de julio la Alameda cumplió 200 años y nosotros nos sumamos con la realización de un recorrido por su historia. Nos adentramos en los recovecos de la principal avenida del país para indagar sobre la relación entre este espacio público y la construcción social e identitaria de Chile. La Alameda a lo largo de sus 5 km de longitud y los 200 años de historia republicana ha servido de soporte para diferentes manifestaciones y relaciones sociales constituyéndose en uno de los principales espacios de encuentro y desencuentro de la naciente república.
Reunidos a un costado de la Plaza Baquedano, junto a casi un centenar de asistentes dimos inicio a esta jornada. Luego de dar la correspondiente bienvenida a los que se integran por primera vez, comenzamos hablando sobre la creación de la Alameda como un paseo republicano, dejando su ambiente campestre y religioso, que lo había caracterizado gran parte de la colonia, para ser un paseo y un espacio de encuentro y socialización para la emergente elite santiaguina. Entre las obras que Bernardo O’Higgins realizó durante los primeros años del Chile republicano fue la materialización de un paseo público en lo que era el límite sur de la ciudad de Santiago. Entremedio de la ostentación de los más finos ropajes europeos, la Oligarquía criolla aprendió en este lugar, a reconocerse como tal, dentro de la ciudad.
Nuestra siguiente parada fue en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), espacio en que profundizamos sobre la forma en que se relaciona el espacio público con la cultura y la sociedad. Se relató así, la historia de este espacio, el cual en un comienzo era un terreno libre que servirá para continuar la construcción de las emblemáticas torres de San Borja. Sin embargo, se transformó en el espacio escogido por el Gobierno de la Unidad Popular para albergar la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo, más conocida como UNTAC III. Finalizado este encuentro, el gobierno de Salvador Allende destino a este espacio para ser utilizado por la sociedad civil, convirtiéndose en uno de los principales centros culturales del país, el cual apostaría por una cultura abierta, democrática y popular, como se refleja en los hermosos mosaicos instalados en el techo del edificio, cumpliendo la función de un gran tragaluz y haciendo una alegoría de los colores propios de los volantines, símbolo de la esa patria arrimada a nuestra infancia. Sin embargo, el 11 de septiembre de 1973 cambio el destino del edificio, producto del bombardeo del Palacio de la Moneda, sus dependencias fueron cerradas a la ciudadanía para ser utilizadas por el Gobierno de facto. Con la llegada de la Democracia y luego de las sucesivas tratativas realizadas por grupos movilizados para rescatar este espacio, se desarrolla la construcción del actual centro cultural Gabriela Mistral (GAM) recuperando su uso original. Para finalizar este hito, el guía nos relató la historia de la Torre Villavicencio, parte del conjunto de las torres de San Borja, que hace pocos años fue desocupado por las fuerzas armadas, siendo hoy un tema de discusión sobre su futuro uso.
El tercer hito correspondió al Cerro Santa Lucía, Julio Alarcón nos relató que durante la segunda mitad del siglo XIX Benjamín Vicuña Mackenna realizó una de las grandes transformaciones de la ciudad durante su labor como intendente de Santiago transformando al cerro Santa Lucía de un peñasco rocoso en uno de los principales paseo de la elite santiaguina. Los flamantes nuevos paseos y la deliciosa ornamentación del cerro se convertirán en un icono de la abundancia en la cual vivían las clases acomodadas de la época. Sin embargo, este paseo no se vincula directamente con Alameda sino hasta 1903, fecha en que se crea el acceso monumental que conocemos el día de hoy, para lograrlo se tuvo que realizar una serie de importantes intervenciones urbanas. Esto llevó a que el Cerro Santa Lucía se convirtiera en uno de los principales lugares de encuentro santiaguino, sirviendo, por ejemplo, de albergue para los manifestantes que huían de la represión y de cobijo para diversos encuentros amorosos.
Posteriormente nos dirigimos hacia el costado poniente de la Iglesia de San Francisco, donde profundizamos sobre las transformaciones urbanas que ha tenido la Alameda. Es en este lugar donde se ubicó la antigua Pérgola de las Flores producto de la venta ambulante de flores a la salida de misa. Con el paso del tiempo, la pérgola de las flores se constituyó como un importante espacio de encuentro, donde paseaban familias y se congregaron intelectuales y políticos de la época. En 1948 debido al crecimiento de la ciudad y a la necesidad de aumentar la capacidad vial se demuele este espacio en conjunto con el parque Inglés colindante. Los floristas son reubicados en la ribera norte del Mapocho, provocando gran indignación entre los ciudadanos. La herida abierta por esta remodelación permaneció por largos años en el inconsciente santiaguino, y una de sus demostraciones más claras fue el musical creado a partir de esta historia “La Pérgola de las Flores” de Isidora Aguirre que pasó a formar parte de ideario cultural común de Chile.
Siguiendo por la calzada sur de la Alameda, nos dirigimos hacia la casa central de la Universidad de Chile, para profundizar sobre las características de la Alameda durante el siglo XIX y hablar sobre el trazado original hecho por Bernardo O’Higgins. Luego revisamos parte de la historia de la Universidad de Chile y el espacio protagónico que ocupa su Casa Central en la geografía de la Alameda, edificio construido en 1872 bajo la dirección de Fermín Vivaceta. Uno de los hechos recordados fue el asalto por parte de los jóvenes nacistas sublevados en 1938, episodio conocido como la “Matanza del Seguro Obrero”.
Finalmente, avanzamos hasta la explanada de la plaza de la Ciudadanía, frente a la casa de gobierno. Este lugar, parte del barrio cívico de Santiago, fue construido siguiendo las proyecciones del arquitecto Karl Brunner durante los año 30’, como nos comenta nuestro guía. Por otra parte, nos señaló la relevancia de este lugar como un espacio del ejercicio de la ciudadanía a través de las manifestaciones sociales. En ese sentido, conversamos sobre los sucesos conocidos como la “Matanza de Plaza Bulnes”, en donde cae muerta la joven Ramona Parra, que es conmemorada por la Brigada Muralista que lleva su mismo nombre.
Concluido nuestro recorrido por la principal arteria capitalina, nos agrupamos para la correspondiente fotografía grupal y el esperado sorteo de libros, entre los cuales se encuentra el flamante libro “La Alameda de ida y vuelta”, que cuenta con ilustraciones de Vicente Cociña y texto de Vólker Gutiérrez. Disfrutando de los primeros calores primaverales, nos despedimos para encontrarnos en el próximo último domingo de septiembre.