Perderse no es desaparecer


El 9 de marzo de 1914, hace ya 108 años, el Teniente Bello se perdió.
Preparaba el vuelo que le permitiría acceder a su título de piloto militar, el brevet o licencia de vuelo. La prueba consistía en realizar el circuito aéreo Lo Espejo-Culitrín-Cartagena-Lo Espejo, en la zona central, un vuelo considerado de dificultad baja. En la misma tarea estaban el sargento Menadier y los tenientes Ponce y Torres.
Ese 9 de marzo las condiciones atmosféricas eran desfavorables por el viento y la niebla, tanto así que en un primer intento, el teniente 1° del Ejército, del arma de Infantería, Alejandro Bello Silva debió desistir de su empeño y regresar al aeródromo de Lo Espejo en un aterrizaje que dañó su aparato.
En una segunda oportunidad y con un tiempo más favorable, Bello despegó en un biplano Sánchez Besa, de 80 HP n° 13 bautizado “Manuel Rodríguez”, con rumbo a su primera escala, aterrizando sin novedad en Culitrín, cerca de Melipilla, lugar en el cual almorzó con el Teniente Ponce que también realizaba el raid aéreo. Esperaron que bajara la intensidad del viento y en la tarde, reiniciaron el vuelo hacia Cartagena, pero más adelante Bello se encontró en medio de una persistente bruma, siendo esa la última vez que se viera a este joven oficial, perdiéndose todo rastro de él.
A su regreso a la Escuela de Aeronáutica Militar en Lo Espejo, el teniente Tucapel Ponce reportó lo siguiente:
“A las 16:55. después de un vuelo de prueba de 10 minutos partí más o menos 5 minutos después que el teniente Bello en dirección a Cartagena con un fuerte viento de la costa y una bruma espesa que impedía ver con claridad. Al teniente Bello no le perdí un momento de vista y a las 18:20. como unos 20 ó 30 kilómetros al E. de Melipilla vi que regresaba. Creí que las nubes estaban muy altas, pues nosotros navegábamos más o menos a 1900 metros y pensé hacer lo que supuse haría el teniente Bello, bajar para continuar el camino bajo las nubes. Al teniente Bello lo perdí de vista y en la imposibilidad de continuar tomé rumbo directamente al O. el viento que soplaba me derivó hasta muy cerca de Angostura que reconocí por estar muy cerca de ella».

Dos novelas tratan de la desaparición del Teniente Bello: “La sombra de fuego. El último vuelo del Teniente Bello” de Alberto Rojas, publicada en 2011 y por cierto, “Pacha Pulai” de Hugo Silva, publicada en 1945.

Hoy se conmemora el Bello día, el día en que el Teniente Bello se perdió por los aires, pero no lo buscaron, no lo buscamos, en los rincones del cielo, del que nunca más bajó.

Como dice Raúl Zurita, es posible que el joven de 27 años Alejandro Bello Silva, nos haya dejado «un gigantesco avión semitransparente suspendido sobre el cielo de Chile, para siempre», en el documental «No todo lo que sube tiene que bajar» dirigido por Godoy & Yanko Rosenmann.

Y como canta Mauricio Redolés en «Química (De la Lucha de Clases)»:
«Por hacer tamaña travesía,
cosa que era un acto de heroísmo en sus días
desafiando nubes y gaviotas, hacer algo de valor por una cosa
que sólo llevan en el alma los perdidos más perdidos,
el Teniente Bello era un perdido.
Hermoso estaba de su sueño, herido
más perdido que el Teniente Bello no hay ninguno
desapareció cuando nadie desaparecía,
entre Culitrín y Cartagena,
cosa que después se hizo corriente un día.
Premonitor del sueño y de la pena de un país por desaparecer.
Más perdido que el Teniente Bello, tan hermoso como él».

Conmemoramos para diseñar el futuro

Por Luciano Ojeda

2022-03-10T13:05:49-04:00 2022/03/10|