Por Annette García Alveal
El problema de la vivienda, sobre todo con la aparición de conventillos desde la década de los 20’ del siglo pasado, ha sido largamente trabajada, sobre todo, a propósito de la aparición de las primeras propuestas de leyes de vivienda que intentaban hacer frente a la cruda realidad del hacinamiento y la falta de higiene, de la pobreza extrema. Sin embargo, el problema no fue resuelto, apenas mermado. De hecho, según el censo de 1952, más de un 30% de la población de Santiago vivía en condiciones de hacinamiento, subarrendamiento o de frentón, en callampas, si lo ponemos en otras palabras, porque los porcentajes son siempre enredosos, casi una de cada 3 personas, vivía en condiciones más que precarias.
En esas condiciones, en 1957 se registra la primera toma de terrenos en La Victoria, inaugurando una forma de habitar que se reproducirá hasta 1973. De hecho, según las investigaciones de Castells (1973) y Cofré (2001) en Santiago entre 1967 y 1973 se registraron alrededor de 250 tomas de terreno.
La formación de comités y agrupaciones cuya preocupación principal era la obtención de vivienda o las operaciones de sitios. Para ello, intervinieron algunos partidos políticos y también, la iglesia católica. Para la designación de sitios que les permitía al menos construir una vivienda precaria, los pobladores se agrupaban en un comité y debían poseer una cierta cantidad de ahorros en una libreta de la CORVI.
En estas circunstancias, un grupo de familias se movió hacia el sector de Tobalaba en 1970 a la espera de la entrega de los sitios I y II de Lo Hermida, antigua chacra de Peñalolén que perteneció a Antonio Hermida Cañas, de ahí su nombre. Según el grupo de Investigación Historia de lo Hermida (2012), los pobladores temieron que el sitio fuera ocupado por la UP y bajaron rápidamente para tomar posesión de los sitios que les correspondían, aún cuando éstos no habían sido demarcados todavía por la autoridad. Técnicamente no se trata de una toma, porque los sitios ya habían sido designados, de manera que sólo se adelantó un proceso que se había gestado con anterioridad.
Sin embargo, desde octubre de 1970 se sucedieron una serie de tomas de terreno, iniciadas por Lulo Pinochet y que se replicaron en los sectores 3 y 4 de Lo Hermida. No quiero detenerme particularmente en este proceso para dar espacio a otros temas y reflexiones, sin embargo, en este proceso es posible observar el fuerte vínculo político que se forma entre los pobladores que, por una parte se forja a partir de la acción autónoma para buscar solución a sus problemas básicos, demostrando cierto nivel de soberanía; y por otra parte, la presión al Estado para que éste diseñe políticas públicas que puedan resolver de manera eficaz estas demandas (aunque nunca lleguen a hacerlo…). Ese vínculo político social es observable por ejemplo, en la toma que recibió el nombre de Toma al Cuartel Moncada, acción dirigida por Fidel Castro contra Fulgencio Batista, o la toma Guerrillero Manuel Rodríguez.
Un elemento interesante es que, una parte no menos importante de los pobladores tenía origen Mapuche, así al menos, lo señalan Claudio Alvarado Lincopi y Enrique Antileo Baeza (2018) a través de un trabajo de archivo y memoria con distintas comunidades urbanas. Es posible además, demostrarlo a través de una trágica historia que enluta a la comunidad de Lo Hermida; el 5 de agosto de 1972, tras un allanamiento a la población, fue acribillado por la policía René Saravia, y apresados otros tantos hombres, mujeres y niños que vivieron la violencia de la policía aquella noche. De acuerdo a la revista Punto Final del 29 de agosto de 1972, la represión pretendía ser justificada con la supuesta existencia de un procedimiento policial para detener una persona requerida por el Ministerio Sumariante, encargado de un proceso por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado, dicha orden había estado destinada a detener a Héctor Prieto Cayupil, domiciliado en el mismo campamento.
El 6 de agosto, Salvador Allende recibió a los dirigentes de los pobladores en La Moneda y el día 7 de agosto se apersonó en lo Hermida, entre los dirigentes, estaba Osvaldo Romo, después informador de la DINA en dictadura. Esto nos lleva al final o el inicio de la cuestión, durante la dictadura militar, más de 1000 pobladores fueron detenidos, muchos de ellos, torturados y otros tantos asesinados por el Estado. Desde entonces, Lo Hermida ha sido y es hasta la actualidad un bastión de la lucha social, pese a los altos índices de delincuencia y drogadicción con que se le ha vinculado.
Entre los días martes y miércoles del presente mes, en el contexto del estallido social que atraviesa Chile, más de 200 personas fueron heridas en distinto grado en Lo Hermida. La madrugada del martes, un grupo de personas intentó realizar una toma de terreno en la Viña Cousiño Macul como un medio para exigir soluciones habitacionales. Según datos del censo del 2017, en la comuna de Peñalolén existe un déficit de 5.910 viviendas y en toda la Región Metropolitana 154.608.
Mirar los elementos del estallido actual, sin observar su trasfondo histórico es no comprender la magnitud del problema. Mantener viva la memoria es un deber.