Por Dante Figueroa
“Santiago trata de ser una ciudad”, enunciaba Fernando Kri en la Revista Enviaje el año 1967, y como tal, debe tener las características, las actividades propias de un centro densamente poblado. Una de esas características, es la vida nocturna, y de ella lo más llamativo es -quizás- el género revisteril. Y esta capital, aunque algunos sostengan que no es sino un “rincón provinciano”, tiene tres compañías de espectáculos musicales que desde hace años vienen animando el ambiente artístico, alegrando a todo tipo de público, mostrando lo que se puede hacer en este aspecto. Y estas tres compañías son -siendo del mismo género- bastante diferentes entre sí, ya que tienen su estilo propio y luchan por mantenerlo. Así, el Bim Bam Bum, de la calle Huérfanos, se ha destacado por sus figuras internacionales, sus cuadros bien montados, y relativa fineza en el humo de sus sketchs.
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Cerca del parque Cousiño, (actual parque O’Higgins) estaba la compañía más sencilla: el Humoresque, que en su sala pequeña ofrece sus números con menos lujo, con menos pretensiones, pero con entusiasmo.
Pasando el río Mapocho, en Recoleta, el Picaresque ofrece otra cosa, más popular, más impropia para menores. Allí no importa mucho la gracia de un libreto; los actores improvisan, hacen chistes por su cuenta, y muchas veces los pasajes más divertidos corren a cargo del público, que se siente “en confianza” y hace gala de ingenio.
Ernesto Sottolichio denominado el rey del Picaresque, en el libro de Francisco Mouat “chilenos de raza” señala que: “salían artistas hombres a hacer un sketch, y no faltaba el gil que gritaba “empelótate huevón”. Después, salía una chiquilla a bailar y de inmediato se formaba un coro espontáneo que gritaba “¡a los leones, a los leones! Tuve que poner un letrero, que fue memorable, y que decía más o menos así. (https://stratnewsglobal.com/) “se ruega al público respetar al artista, no insultarlo, porque ellos se están ganando el pan tal como ustedes lo hacen con su trabajo”. Eso fue aquietando a la gente, hasta que los convertí en un público civilizado”.
El establecimeinto atrajo por muchos años al público masculino con los campeonatos de Strip-tease en los cuales destacaba la argentina Lizzy Lot.
El Picaresque ocupó las dependencias del antiguo Teatro Princesa inaugurado en marzo del año 1933, de estilo art déco, caracterizado en la forma de sus ventanas, columnas y geometría. En sus comienzos contó con un jardín que en épocas posteriores desapareció a partir del ensanchamiento de la avenida Recoleta.